Prólogo de la edición digital

Fray Leopoldo de Alpandeire
Fray Leopoldo de Alpandeire

He de empezar por confesar muy sinceramente que no conocía la figura y la realidad de fray Leopoldo más allá que de oídas y, además, muy de pasada.

Sabía únicamente que era malagueño (nacido en el pequeño pueblo de Alpandeire, en plena serranía rondeña) y que había muerto en Granada en olor de santidad. Y sabía que todos los días 9 de cada mes miles y miles de peregrinos llegados de toda Andalucía y de toda España guardaban (y guardan) cola interminables horas para pasar durante unos segundos ante la tumba del fraile, en la cripta de la iglesia que los frailes capuchinos tienen en la Plaza del Triunfo, en plena ciudad de la Alhambra.

Pero nada más. ¿Quién era en realidad fray Leopoldo?

Y aquí empieza realmente mi trabajo periodístico y de investigación. Y aquí empieza también lo que para mí, ahora y siempre, será el mejor reportaje que he hecho en mi larga vida laboral como periodista.

También quiero resaltar que la realidad de esta página web se debe a mi hijo, que me insistió en repetidas ocasiones para que le permitiese trasladar mi historia a este moderno sistema de comunicación. A mi, en principio, me bastaba con lo escrito y publicado hace 30 años. Pero su insistencia me animó y hoy me alegro y me complace.

El trabajo que se inicia a continuación, se publicó por primera vez en el diario malagueño «Sol de España», hoy ya desaparecido, y a cuya redacción pertenecí durante sus 11 años de existencia, convertido en un serial de 12 capítulos consecutivos. Meses después, los PP. Capuchinos de Andalucía se interesaron en el mismo y me pidieron permiso para publicarlo íntegramente en su revista mensual «El Adalid Seráfico», publicación que iniciaron en el mes de noviembre de 1980.

Treinta años después me enorgullece tremendamente que este reportaje sobre fray Leopoldo vea la luz en Internet a través de esta página web, con motivo de su próxima beatificación en Granada el próximo día 12 de septiembre. Sólo me mueve un deseo: que la figura de fray Leopoldo de Alpandeire sea más conocida, más admirada y más querida, si cabe.

Con ello, ya me ha dado Dios el ciento por uno.

José Luis Arranz Ramos. Primavera de 2010.